Recorrer el camino de la vida me ha hecho reflexionar sobre las múltiples oportunidades de crecer interiormente cuando se genera conciencia de lo que vemos miramos y observamos. No sé en qué momento aprendí la diferencia entre ver y mirar, partiendo de la respuesta emocional por el estímulo de los sentidos, aprovechándolos para hacer presencia plena conectando con mi interior, para crecer espiritualmente; explorar esa capacidad que tenemos los seres humanos de ir más allá de lo material, de buscarle sentido a nuestras acciones y a nuestra propia historia. El estado de serenidad, tranquilidad, paz interior, comunicación con los demás seres humanos y activar la compasión es lo que nos permite humanizar el diario vivir. Ver es algo que pasa en nuestra mente, pero al observar le estoy prestando atención a lo que veo, es la oportunidad para empatizar y actuar para servir a quien lo necesita dentro de la medida de nuestras posibilidades.

Recientemente asistí a una reunión de líderes de la organización Keralty en la cual presencié la entrevista realizada por César Vallejo, miembro de la Junta directiva, a Sergio Martínez Marín. Global C.E.O de Keralty al ser elegido como el primer empresario del año, por uno de los diarios reconocidos del país, La República. Al respecto de ver mirar y observar, interioricé algunos de sus apartes: le interrogan sobre cómo ha hecho en esta época tan difícil para la compañía lograr este reconocimiento y entre su disertación resaltaba que era el talento humano de su empresa quien a través de sus valores había superado la crisis; ser generosos nos hace ser compasivos, decía y cada pequeña acción de los miembros de la organización suma para que el efecto sea grandioso; ya es una cultura empresarial, y  “la cultura es ese pegamento que une todo sin que se vea”. Le agrego que en ese pegamento el amor que le ponemos da sabor y calidad; reafirmé entonces, todos aquellos valores que uno cultiva enfocados al servicio de quienes lo rodean con quien comparte ese camino de la vida, son ese pegamento que no se ve, pero se siente, que transforma para hacer un mundo mejor. Así que vemos todo lo que miramos, pero no miramos todo lo que vemos, necesitamos de la voluntad y ella sí que nos lleva a ese mundo interior que no se ve, pero sí se siente.

 

Gladys Yazmín Bobadilla

Analista ciudades compasivas Ibagué

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