En el camino profesional me he encontrado con varios contrastes en el proceso vital, el que más ha llamado mi atención es el envejecimiento y todo lo que existe tras bambalinas, porque envejecer para algunos autores es el cumulo de experiencias que nos van restando años de vida, o es una trayectoria en línea recta e inevitable, o envejecemos desde el mismo momento que comenzamos a existir, para otros es la perdida de independencia y todos los cambios que acarrea esta etapa.
Ahora bien ¿Qué es la vejez? son muchos los autores que hablan al respecto; al hacer un recorrido por la biografía se nota que desde los 90´ que los conceptos no han cambiado, quizás su diferencia radica en un aspecto cronológico, para resaltar al final, en cuestión de números que “se es viejo” a partir de los 60 años como lo menciona el ministerio de salud en Colombia (Minsalud, s.f.) el termino vejez causa escozor en muchas de las personas a las que en algún momento me detuve a preguntar qué significaba para ellas, sin embargo la preocupación por llegar a esta etapa, no es algo que a muchos les atañe pensar y planificar.
¿Es posible que las acciones encaminadas a vivir una adultez con plenitud no permiten en el afán, la posibilidad de planificar el futuro ineludible? Es preocupante como desde niños nos instruyen para el futuro, un futuro productivo y buscando siempre las condiciones de calidad más favorables para sobrellevar lo que significa ser adulto; mientras tanto y siendo coherente con los autores, esa línea recta sigue constantemente su curso ¿En qué momento de la vida se nos instruye para ser adultos mayores o para aceptar que estamos envejeciendo desde que nacemos, y todo lo que conlleva la planificación de las posibles acciones o sucesos de este proceso?
Hay que tener presente en términos de los que estamos hablando, el porcentaje de envejecimiento de la población según el ministerio de salud, que al 2019 fue del 13,2 % aproximadamente del total de la población colombiana (Minsalud, s.f.) y para América Latina y el Caribe van a registrar entre el 2000 y el 2025 un aumento de 57 millones de habitantes mayores de 60 años. Para el 2050, se proyecta que el 23 % de la población de la región será mayor de 60 años. (Mendoz, 2020) Un dato que no podemos pasar de largo, refleja la importancia de generar espacios de sensibilización frente al tema, es de vital importancia para comprender, que nuestra población cada vez está envejeciendo y en paralelo la población joven está siendo cada vez menor, la premisa que debemos generar políticas públicas tanto en salud física como en salud mental destinadas a este ciclo vital, generar acciones comunitarias, gestiones institucionales y empresariales, que garanticen el legado del cuidado a las generaciones venideras. Formarlos en la importancia del cuidado, en la escucha, en la atención oportuna y diligente a nuestros adultos mayores, facilitando así las gestiones para un envejecimiento con calidad.
¡Ahora bien! Lo anterior desde un tema estadístico y de deberes con la comunidad, pero entrémonos un poco más en esta realidad, las voces de nuestros ancianos, de nuestros abuelos, o como la palabra adecuada nos invita, de nuestros adultos mayores que se han ganado ese reconocimiento por los años de lucha, perseverancia y aprendizaje.
Su voz que para unos tantos pasa desapercibida, otros la identifican como un discurso repetido con la expresión ¡ya va a empezar otra vez con la misma historia!, para otros solo el poco tiempo no les da para un pare en el camino y escuchar activamente a quien tiene infinidad de historias por contarnos en su afán de no perderlas de su memoria, convirtiéndose esta última en una cuenta regresiva. La vejez tiene tantos matices como queramos verlos, están quienes viven muy acompañado de cuerpos en sus casas, pero así mismos se perciben como “un adorno más”, hay otros más afortunados que son principio activo del hogar y aun sus ideas y decisiones cuentan con un mayor peso. Otros tanto que decidieron estar solos desde jóvenes como proyecto de vida y otros que sin que les pasara por la mente, la vida y las situaciones los llevaron a vivir esta etapa en soledad, hay quienes estando acompañados refieren sentirse en soledad, hay quienes estando solos gozan de su simple presencia y aceptan o no otras compañías, todo es cuestión de percepción y de variedad, pero hoy, traigo la invitación a leer las voces de algunos que en su soledad manifestaron su sentir.
“sentada en la mesa, con la familia alrededor, siento como poco a poco comienzo a ser una carga para ellos, el sentarme o ponerme de pie, el vestirme y peinarme, son cosas que no comprenden que para mí se volvieron más importantes que antes, pero que no por gusto ya no las hago”
Elvira, 85 años
En el centro me ponen un plato en la mesa para comer; el problema es que me siento débil y sin animo para alcanzar el plato. Si hubiera alguien aquí conmigo para ayudarme a comer, para mí sería mucho mejor, siempre espero que mi hijo llega a la hora de la visita y pueda traerme algo.
Pablo, 90 años. Hospitalizado
“Llamar a un timbre puede ser el empujón que necesita una persona en riesgo de aislamiento para superar el miedo de que no van a interesar a nadie por ser mayores” (EL Plural, 2021) son muchas las páginas que hacen narrativas de lo que las personas al estar en este curso de su vida refieren, los profesionales sanitarios, de salud mental, cuidadores, familia y comunidad, le concierne la importancia de escuchar activamente a nuestros adultos, darles el protagonismo que por su trayectoria merecen, comprender que su proyecto de vida se debe trabajar y es importante, en pocas palabras, dotar de sentido de vida su existencia.
Claudia Tatiana Hidalgo Pescador
Psicóloga y promotora comunitaria